Después de meses de ausencia y olvido, una chispa escondida despabila
el fuego que se creía extinto, que no existía, quizás, ni en recuerdos.
Volver a sumergirse en la burbuja que te contuvo y te hizo
tan feliz.
Sentirla vigente.
Sentirla irrigándose de energía mixta como antaño.
Sentir las sensaciones que te avivan el alma como entonces.
Sentir esa compañía incondicional que complementaba todo
como nunca.
Sentir la agitación de esa respiración conocida.
Palpar los suaves trémulos de ese abrazo absorbente que te
sorprende a cada instante.
Abstraerse de la realidad con cada mirada que amenaza tu
estabilidad.
Descubrir un alma comprendida gracias al correr del tiempo.
Perder todo tipo de noción con un simple roce de labios.
Sentir miedo de las escenas pasadas aún sabiendo las
diferencias.
Percibirse un novato inseguro a pesar de un baúl con vasta
experiencia.
Pasar de la protección de un entorno conocido al incontenible
deseo de un paracaidista de saltar al vacío, y encontrar la seguridad necesaria
solo en una pequeña mochila en la que caben todos tus sueños.
Sentir el vértigo de arrojarte a la nada misma corriendo
tras tus sentimientos e intuiciones.
Vivir el desapego del amor incondicional en aceptación… del
verdadero amor. Ese que sólo desea ayudarte a ser la mejor versión de vos mismo,
estés aquí junto a él, allá, con otra compañía o, quizás, en otra parte del
mundo. Pero que el único deseo mutuo sea verse felices.
Nada quita las lágrimas, la tristeza, la ansiedad, ese
ligero dolor de la distancia y el vacío. Aunque también es cierto que nada
quita la felicidad y plenitud de saberse parte de los pasos que llevaron a ese
bienestar.
Mientras tanto queda el trayecto… y puede que sea el tramo más
difícil.
Ese de entender que formas parte de un mundo paralelo que
normalmente no se llega a manifestar en el plano actual.
Ese en el que comprendes que sólo puedes obtener momentos
reducidos extraídos de una rutina anhelada.
Que quizás usurpes los instantes “C” de felicidad de un “B”
que por cuestiones de distancia no puede aprovechar hoy.
Que a lo mejor solo seas una alucinación que recuerda el
oasis que hay como destino.
O quizás no…
Al fin y al cabo lo que importa es esa maravillosa noticia
que esperas recibir algún día que te impregne de su felicidad.

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