Una sorpresa sin alegría; una situación
ineludible, una responsabilidad ética y moral ante la sociedad.
Y ahí estaba… una hadita desplegando sus alas;
destellando alegría, sonrisas y su polvito incandescente. Regalando pedacitos
de cielo en la pureza de cada mirada.
Su “más allá” duró lo que un sueño en estado
de vigilia hasta el chasquido de dedos del destino.
La inconsciencia y el
egoísmo que la rodeaban destruyeron el mundo mágico en el que vivía; dejándole
esa añoranza guardada en lo profundo de su alma, menguando su luz.
Los años subsiguientes corrieron entre gritos
y mentiras que aturdieron su esencia, mas no pudieron corromperla.
“…que maneras más curiosas de recordar tiene
uno…”
Mag

No hay comentarios:
Publicar un comentario