Seres grises a los que el rencor no deja descansar, ni estar en paz.
Exceso de ruidos. Silencios que aturden. Gritos que estallan en almas atormentadas. Lamentos y reproches en avalancha que no logran propagarse en el vacío. Alucinaciones que confunden a tristes corazones agotados de latir. Lluvia que aviva el fuego.
Acostumbrados a perder sin necesidad, necesidades de pérdidas por costumbre. Permanencia de recuerdos. Enceguecidos por no olvidar.
Amores incondicionales que lastiman en lo más profundo, allí dónde ya no llega ni una gota de claridad que pueda iluminar obtusas mentes. Aliados y oponentes. Monedas de cuatro caras que no alcanzan a comprar ni un segundo de paz. Traiciones que misteriosamente generan alianzas.
Espectadores en fuego cruzado desde la vereda de en frente. Desesperados por arrojar una bandera blanca sobre tanta sangre innecesaria que ven correr.
Testimonios incoherentes para un falso juez sin título. Dudas insalvables.
Certezas de voces del corazón: la vida pide a gritos que devuelvas las ofrendas que algún día te fueron dadas. Oportunidades de demostrar agradecimiento. Nada te pertenece. Los salvavidas van a la deriva de este naufragio diario. La cadena de favores es infinita cuando las almas aprenden a valorar.
Destellos de tristezas. Seguridad inestable de un futuro mejor.
Tu esencia te condena a la ruina o a la dicha. Sólo basta con mostrarle de qué está hecha, contarle quién es en realidad, para que sola pueda encontrar su camino.
De ti dependen las flores o los abismos.
Mag

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